domingo, agosto 27, 2006

escapo mientras ablaba por telefono


Las pruebas de ADN y su pasaporte en el zulo donde permaneció encerrada desde 1998 confirman una identidad, la de Natascha, que no se desintegró en ocho años de calvario. Un descuido del captor intercambió los roles en el desenlace: mientras a él le practican la autopsia, Natascha cuenta, poco a poco, su historia.
Al padre de Natascha no le hizo falta una confirmación científica para reconocer a su niña en el rostro de la joven que aún conservaba aquella cicatriz tras la oreja:
su hija había vuelto a casa ocho años después de desvanecerse sin rastro .
Ese dato también lo corrobora el pasaporte de Natascha, que apareció
en el zulo de 2 metros cuadrados y 1,60 de altura en el que Wolfgang Priklopil la mantenía encerrada .
Pero
se escapó el pasado jueves , y mientras su torturador se quitaba la vida arrojándose a los bajos de un tren en marcha ella buscaba ayuda en la vecindad diciendo: "Soy Natascha Kampusch, nacida nacida el 17 de febrero de 1988. ¿Tienen algún periódico de 1998?".
Él bajó la guardia
Natascha estaba limpiando el pasado miércoles con una aspiradora el automóvil de su secuestrador, Wolfgang Priklopil, en el garaje cuando éste atendió su teléfono y se alejó unos metros de su víctima para escuchar mejor.
"Él le pidió a ella que aspirase el coche. Entonces él recibió una llamada al móvil y se alejó para evitar el ruido" explicó Gerhard Lang, de la policía federal austríaca, que añadió: "Entonces Natascha aprovechó la situación y escapó".
Pidió a la chica que limpiara el coche con un aspirador. Él recibió una llamada al móvil y se alejó para evitar el ruido. Natascha aprovechó y escapó.
Consciente de su error, Priklopil inició una frenética búsqueda en su deportivo rojo, que abandonaría en el garaje de un centro comercial minutos antes cumplir lo que había advertido a su víctima durante años: "No me pillarán, me mataré antes".
Así, mientras él se arrojaba bajo un tren en marcha, Natascha, que se había escondido en el jardín de una vecina en la localidad de Strasshof, al norte de la capital austríaca, buscó ayuda.
"¿Tiene un periódico de 1998?"
Muy pálida y delgada, y con el cuerpo sembrado de manchas o moratones, Natascha pidió ayuda diciendo: "Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988".
Su infierno comenzó diez años después, la mañana del 2 de marzo de 1998, cuando iba camino del colegio y desaparició sin dejar rastro.
La única pista fue el testimonio de una compañera del colegio, que afirmó ver cómo subía a un coche blanco, en el que iban dos hombres.
El secuestrador, Wolfgang Priklopil, ingeniero electrónico de 44 años, tenía un vehículo que se ajustaba al de la descripción, por lo que fue uno de los más de mil interrogados pocas semanas después de la desaparición de Natascha.
Una vez descartado como sospechoso nadie registró una casa que, flanqueada y vigilada por cámaras de seguridad, desencajaba de un entorno residencial y familiar, donde "hay confianza y nadie esconde nada".
Pero Priklopil sí: junto al garaje, al final de una empinada escalera,
tras lo que parecía la puerta blindada de una cámara acorazada estaba el escondrijo en el que encerró a la niña .
Amo, señor y educador
En el escondrijo subterráneo Natascha disponía de baño y ducha, cama, estanterías, televisión, juguetes, libros y vídeos. Lo que no tenía era libertad, luz natural ni ruidos del exterior: la habitación estaba insonorizada.
Natascha disponía de baño y ducha, cama, estanterías, tv, juguetes, libros y vídeos. Lo que no tenía era libertad, luz natural ni ruidos del exterior: la habitación estaba insonorizada.
Por lo que se sabe hasta ahora, el secuestrador le permitía leer libros y periódicos, ver la televisión, y le impartía clases.
Lo que aún no ha trascendido es si abusó sexualmente de la niña, o si su perfil es, como afirma el psiquiatra criminólogo Thomas Müller en el diario 'Die Presse' el de un "sádico extremo, que busca degradar a la persona a su manera, no torturarla físicamente". "
Se trata de personalidades obsesivas, introvertidas, que pueden ser amables en apariencia", pero "no soportan que se les oponga resistencia", añade.
Así, aunque hubo un tiempo en que, "hasta que la creyó domesticada" la obligaba a dirigirse a él como
"mi amo y señor ", con los años el trato se suavizó.
Las incógnitas
Ahora la policía trata de determinar si el captor contó con algún cómplice para llevar a cabo el secuestro.
Una compañera de clase de Natascha declaró haber visto a un segundo hombre en una furgoneta blanca en los alrededores del lugar del rapto el 2 de marzo de 1998.
El secuestrador, que no conocía a la familia de Natascha, le dijo que llevaba tiempo observándola y que si no la hubiera secuestrado aquel día, lo habría hecho en otro momento, según ha declarado la inspectora de policía Freudenberger.
Natasha se reconstruye
Le dijo que llevaba tiempo observándola y que si no la hubiera secuestrado aquel día, lo habría hecho en otro momento
Los investigadores darán a Natascha un descanso hasta el lunes en los interrogatorios para esclarecer las condiciones de un secuestro que ha conmocionado a toda Europa.
La joven de 18 años, que permanece vigilada en un hotel junto a una psicóloga y con la opción de ver a su familia cuando ella quiera, parece haberse sobrepuesto de su calvario, tanto física como mentalmente, según sus parientes y la policía.
Sin embargo, los expertos que ya
detectaron síntomas del "síndrome de estocolmo" , también alertan de posibles secuelas a largo plazo en forma de traumas psicológicos.
A pesar de todo, "Se encuentra en buen estado, sin heridas ni cicatrices. Se ha convertido en una chica muy guapa", ha declarado Gerhard Lang, miembro de la policía judicial austriaca. Precisamente este viernes las pruebas de ADN han confirmado su identidad.